Amanezco con una resaca merecida. Ganada a pulso.
De nuevo, al levantarme, me he hecho la misma promesa rutinaria de todos los martes: "Voy a dejar a Pablo".
Sé que estas palabras mágicas son mentira.
Me enciendo un pitillo.
Pongo la televisión, Telecinco, para más señas. El señor de todos los días con voz de informativo me pone al corriente de lo que pasa en el mundo. Lo que él no sabe es que me importa una jodida mierda lo que pase, que yo le quiero como voz de fondo.
Voy al baño, descalza, por pereza.
Me doy cuenta de lo desordenada que está mi casa y de que pronto tendré que llamar de nuevo a la asistenta, aunque sé que se lleva de perros con mi pajarraco chillón.
Me siento en la taza del water y medito sobre lo último que estoy leyendo. Me gusta el tono de Lolo Rico, es fresca. Pienso que de mayor me gustaría ser como ella… Pero qué coño. Ya soy mayor.
Hoy me espera otro desesperante día de trabajo.
Me desnudo.
Me gusta desayunar desnuda con el presentador de los informativos de Telecinco mirándome desde el otro lado.
En la cocina: el café del día anterior todavía me da para una taza para el de hoy. Unas tostadas con aceite y miel porque me parecen el alimento ideal para una noctámbula como yo.
Y un zumo de bote que me permita digerir el sexo con Pablo.
Luego vuelvo al baño. Me meto en la mampara y me siento como una pasajera de una nave nodriza: allá estoy aislada del mundo.
Me gusta el mango de mi ducha. Es la única forma fálica fiel de todas con las que me relaciono.
Le doy al agua caliente: para mí es necesario que queme al principio.
De nuevo, al levantarme, me he hecho la misma promesa rutinaria de todos los martes: "Voy a dejar a Pablo".
Sé que estas palabras mágicas son mentira.
Me enciendo un pitillo.
Pongo la televisión, Telecinco, para más señas. El señor de todos los días con voz de informativo me pone al corriente de lo que pasa en el mundo. Lo que él no sabe es que me importa una jodida mierda lo que pase, que yo le quiero como voz de fondo.
Voy al baño, descalza, por pereza.
Me doy cuenta de lo desordenada que está mi casa y de que pronto tendré que llamar de nuevo a la asistenta, aunque sé que se lleva de perros con mi pajarraco chillón.
Me siento en la taza del water y medito sobre lo último que estoy leyendo. Me gusta el tono de Lolo Rico, es fresca. Pienso que de mayor me gustaría ser como ella… Pero qué coño. Ya soy mayor.
Hoy me espera otro desesperante día de trabajo.
Me desnudo.
Me gusta desayunar desnuda con el presentador de los informativos de Telecinco mirándome desde el otro lado.
En la cocina: el café del día anterior todavía me da para una taza para el de hoy. Unas tostadas con aceite y miel porque me parecen el alimento ideal para una noctámbula como yo.
Y un zumo de bote que me permita digerir el sexo con Pablo.
Luego vuelvo al baño. Me meto en la mampara y me siento como una pasajera de una nave nodriza: allá estoy aislada del mundo.
Me gusta el mango de mi ducha. Es la única forma fálica fiel de todas con las que me relaciono.
Le doy al agua caliente: para mí es necesario que queme al principio.
Primero la cabeza… Luego detrás del cuello…
Nada tiene importancia cuando el agua cae a borbotones detrás de mi cabeza.
Los pechos… Primero el izquierdo hasta que se encoge y se pone erecto. Luego el derecho: misma hazaña.
El vientre. El ombligo.
El pié izquierdo y subo hasta la ingle.
El pié derecho y subo hasta la ingle también.
Mezclo el agua caliente con la fría hasta que la temperatura es ideal para mi sexo.
Y subo despilfarrando millones de gotas desde la ingles, que junto con fuerza, hasta el pubis.
Luego, detrás.
Cierro el grifo.
Tomo el champú y masajeo la cabeza.
Lleno la esponja de ese jabón aromático de lilas que fabrica Pablo.
Me embadurno.
Abro de nuevo el grifo.
Lo enfoco directamente a mi sexo. Mis piernas se entreabren un poco más.
Inclino mi mango de forma tal que el agua entre en mí pero manteniendo aún la distancia justa del deseo.
Pellizco mis pezones. Los acaricio. Me los acerco hasta poder lamerlos.
Mientras…
La espuma se va escurriendo por mi espalda… Se enfría… Todo el calor se centra donde quiero.
Acerco aún más ese chorro tibio hasta que el mango roza mis labios.
Me arqueo.
Me apoyo en la pared y vuelvo a dejar colocado ese mango para que el agua no se detenga.
Me acaricio.
Te pienso.
Recreo cada uno de tus mordiscos en mis nalgas.
Introduzco primero un dedo siguiendo el ritmo del agua.
Jadeo oyendo de fondo al periodista de Telecinco.
Y tras introducir tres dedos de mi mano derecha, sucumbo orgiásticamente a esta jodida adicción onanista.
Luego la rutina se abre paso.
Me visto con la prisa del saber que llego tarde.
Cojo las llaves del coche, algo de dinero.
El maletín atiborrado de papeles que siempre digo de limpiar: pero en él, el caos es orden.
El tabaco.
Salgo cerrando la puerta tras de mi.
En el ascensor me dedico un beso, retoco mis labios con mi dedo índice. Enderezo el cuello de mi camisa, coloco el collar, atuso el mechón moreno que me cae rebelde por la frente.
Salgo del portal de casa con la sensación del deber cumplido y un buen orgasmo en el bolsillo trasero de mis tejanos.
Nada tiene importancia cuando el agua cae a borbotones detrás de mi cabeza.
Los pechos… Primero el izquierdo hasta que se encoge y se pone erecto. Luego el derecho: misma hazaña.
El vientre. El ombligo.
El pié izquierdo y subo hasta la ingle.
El pié derecho y subo hasta la ingle también.
Mezclo el agua caliente con la fría hasta que la temperatura es ideal para mi sexo.
Y subo despilfarrando millones de gotas desde la ingles, que junto con fuerza, hasta el pubis.
Luego, detrás.
Cierro el grifo.
Tomo el champú y masajeo la cabeza.
Lleno la esponja de ese jabón aromático de lilas que fabrica Pablo.
Me embadurno.
Abro de nuevo el grifo.
Lo enfoco directamente a mi sexo. Mis piernas se entreabren un poco más.
Inclino mi mango de forma tal que el agua entre en mí pero manteniendo aún la distancia justa del deseo.
Pellizco mis pezones. Los acaricio. Me los acerco hasta poder lamerlos.
Mientras…
La espuma se va escurriendo por mi espalda… Se enfría… Todo el calor se centra donde quiero.
Acerco aún más ese chorro tibio hasta que el mango roza mis labios.
Me arqueo.
Me apoyo en la pared y vuelvo a dejar colocado ese mango para que el agua no se detenga.
Me acaricio.
Te pienso.
Recreo cada uno de tus mordiscos en mis nalgas.
Introduzco primero un dedo siguiendo el ritmo del agua.
Jadeo oyendo de fondo al periodista de Telecinco.
Y tras introducir tres dedos de mi mano derecha, sucumbo orgiásticamente a esta jodida adicción onanista.
Luego la rutina se abre paso.
Me visto con la prisa del saber que llego tarde.
Cojo las llaves del coche, algo de dinero.
El maletín atiborrado de papeles que siempre digo de limpiar: pero en él, el caos es orden.
El tabaco.
Salgo cerrando la puerta tras de mi.
En el ascensor me dedico un beso, retoco mis labios con mi dedo índice. Enderezo el cuello de mi camisa, coloco el collar, atuso el mechón moreno que me cae rebelde por la frente.
Salgo del portal de casa con la sensación del deber cumplido y un buen orgasmo en el bolsillo trasero de mis tejanos.
7 comentarios:
relatas el sexo como nadie, me encanta esa masturbación matutina. ya somos tres los que desayunamos desnudos frente al presentador de telecinco.
yo también tuve un novio al que juraba dejar todas las mañanas, hasta que un día lo dejé y desde entonces soy mucho más feliz.
mil besos de agua tibia.
eres única TACONES .... me encantá como cuentas tus historias... mi ducha y yo tambien somos buenas amigas ... aunque sin tabaco y sin presentador de telecinco , hay muchas cosas en tu relato que podría hacer mías ...( con tu permiso , claro)... ah y tampoco uso maletín...
Cuánto me gustaría verte en la intimidad del ascensor,... ese rebelde mechón moreno... lo demás prefieron imaginármelo como nos lo cuentas. Tacones eres única. Vivan las duchas. ¿Alguién no es onanista en una ducha caliente?
Un besazo (húmedo esta vez).
¡Qué gustazo, chica!, sí... no hay nada como el agua calentita, pero yo cambio las mañanas por las noches y el silencio.
La 1:32, ¡buen momento!
Q maravilla de duchas! ;-). Nada mejor para empezar un buen día.
Un saludo
buena manera de empezar el dia..
salu2
Pues si....una estupenda manera de decirse los buenos días a uno mismo....Igual te copio...quien sabe...Un saludo y encantada d conocerte.
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