07 febrero 2009

Lo que él no sabe

Me excita. 
Sí.
Demasiado.
Él no tiene la culpa, ni lo hace adrede; ni siquiera conoce que tiene ese jodido don. 
Él no tiene más ideas que las que da el ímpetu de tener veinte años; su fuerza, su inconsciencia, sus prisas y su poco saber hacer.
Ese chaval no tiene ni la más remota idea de que con esa cara de pánfilo, de no haber roto más que dos o tres platos en su vida me puede poner como me pone.
Me excita. Sí. Para mí asombro.
Y el chaval llega con su pinta de rapero, sus piercings, sus manos malcuidadas, su gorra de lana. Y se me planta enfrente con una familiaridad que asusta. Y dice que viene sólo para saludarme, para verme, que pasaba por aquí, que va a recoger a su novia, que qué me cuento, que está en paro, que si le paso unos cuantos condones... 
Y tras su visita de rigor se va por donde vino.
Y me despido de él.
Y se despide de mí con un "cada día estás más guapa, joder".
Y le miro el culo cuando cierra la puerta...

Y coño, con qué ganas de montármelo con él me quedo.

Pero ni tiene cabeza ni, seguro, aguante.