03 febrero 2006

Jueves Negro

El panorama no podía ser más desalentador.
Al meter la llave en el ático que Igor tiene alquilado para nuestros encuentros (y también para nuestros desencuentros) percibí que el ambiente estaba ya cargado de rutina.
Una atmósfera compuesta del humo de esos jodido purillos de vainilla que Igor fuma a desmano, de alcohol y de olor a sexo húmedo, incipiente.
Igor se encontraba en el sofá sentado, desnudo, con su estúpido sexo colgante detrás de una botella de ginebra medio llena o medio vacía, según se mire. Y yo la veía medio vacía, por su aspecto desaliñado, por sus ojos entornados y su purillo a medio consumir asido en la mano izquierda.
De fondo, para que la escena quedara aún más corrosiva, más dramática, para darle tal vez al tema un toque de ternura, Igor escuchaba el cansino CD que sólo contenía una canción: “Voyage” de ese Moustaki al que siempre acudía cuando estaba creando alguna de sus obras.
Pero esta vez no creaba. No modelaba forma. No intuía el papel ningún pensamiento.
- Ponte el vestido y los zapatos.

Me acerqué al vestidor: me desabroché la chaqueta, me deshice de ella. Me quité uno a uno los zapatos que me trajeron del trabajo hasta allí. Me senté, me encendí un pitillo.
Desabroché la camisa: un botón tras otro hasta observar mi sostén.
Me miré al espejo.
Esa era yo.
La hebilla de mi pantalón de sastre. Así, sentada, sin moverme.
Levanté un poco el culo para que bajara.
Lo arrastré y lo dejé caer sobre los tobillos.
Me sonrió el encaje de las medias sobre mis muslos.
Un poco más arriba mi sexo desnudo.
Me puse en pie: se quedó el pantalón en el suelo.
Tomé el vestido rojo de satén al que acompañaba los bonitos zapatos de salón que Igor había elegido: tacón interminable de aguja (reconozco que me costó miles de ensayos en casa sostenerme sobre esos andarines), de aguja roja, el resto negros.
Anillé el collar de perlas al cuello.
Puse perfume en las ingles, en el ombligo, entre mis pechos, en la nuca, en la nuez.
-Ven Tacones…
Y subió el vestido hasta el ombligo, y dejó la botella en el suelo. Y me mordió el sexo hasta que grité.
Apretando mi culo, hundía su melena entre mis piernas…
- Ábrete… Un poco más… Así, agáchate un poquito.
Y la lengua de Igor lamió mis labios hinchados mientras sus manos separaban y unían mis nalgas.
- Quítate el vestido.
……
- Ahora el sostén…
……
- Cálzate los zapatos sin medias…
Sin sentarme. Nunca me permitió estar sentada para vestirme o desvestirme si él estaba mirando.
Me giró.
Me apoyó sobre el sofá de cara al ventanal que nos dejaba la ciudad al descubierto.
- ¿Es hermosa la vista, verdad?
Y lo era. Si por algo echaría de menos a Igor era por aquel telón de fondo nocturno, lascivo, modelicamente incorrecto.
Me penetró. La sodomía, podría jurar, es la forma de poder masculina por excelencia.
Esta vez me dolió más por su premura que por la fuerza de su sexo al entrar en mi culo.
Pretendía tal vez apurar esos momentos como si fueran los últimos. Como si tras ese encuentro no quedara otro.
- La semana que viene seré un hombre libre.
Con la cabeza apoyada en el reposabrazos, y absorta, sin pensarle, sin pensar, intenté no escucharle.
- La semana que viene soy hombre libre, Tacones.
Acompañaba a su frase unas embestidas que crecían en fuerza…
Se corrió dentro.
Yo no. No llegué a saborear el orgasmo con él anoche.
Encendí otro cigarrillo. Miré los neones con el asombro de un niño ante un hormiguero.
Se puso a llorar.
El hijo de puta se puso a llorar como si fuera su primera vez.
(Esto no, me dije, por aquí no paso)
Lamí su sexo aún erecto.
- Añade un par de perlas más al collar para el jueves que viene, Igor. Vas a conseguir ahogarme un día de estos.
Volví al vestidor e hice todas las acciones anteriores a la inversa.
Conectó de nuevo el CD mientras salía yo del ático y le vi acercarse al escritorio y tomar su pluma…
Ya en casa, una Helena rancia que lloraba viendo por enésima vez “Cosas que nunca te dije”…
Maldije una vez más a Isabel Coixet por su cinta y me fui a la cama.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso y decadente.

Unknown dijo...

Será el placentero fin de Igor?
Joder, me he puesto cachondo...
ahora vuelvo...

Unknown dijo...

Ya estoy aquí. No he hecho nada. No puedo dejar de pensar que estás apenada y eso no se borra de mi cabeza.
Anímate. Bebe algo y descansa.
Besos. Y un fuerte abrazo.